

La decoración, los espejos, la lámpara decimonónica, los botes de cristal para los caramelos...entrar en esta pastelería, que endulza Barcelona desde 1825, y encontrarte a la gente del barrio que compran su brazo de gitano los domingos, su croissant recién horneado, sus galletas de anís o las castañas de mazapán y chocolate, es algo que te transporta a algún recuerdo que todos tenemos de nuestra infancia.

Os animamos a que os paséis por aquí, un sábado o domingo por la mañana, donde encontraréis un buen café, unos croissant de los que ya no se hacen y ¡un pedacito de historia de nuestra ciudad!
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